¿Por qué me apego a los sueños? Porque mi infancia fue poblada por princesas, dragones y valientes caballeros...
En mis sueños de niño, vencía a los dragones, y tomaba una mano a la princesa, con la frente en alto.
Mis sueños eran como los chocolates, pues hacían que el corazón se agigantara.
Y hoy, vuelvo a descubrir como el niño entonces, que los sueños no se viven, que se ganan.
Que las princesas no eligen caballeros, más bien eligen reyes, de aquellos que construyen castillos y ganan batallas contratando caballeros que las peleen por ellos.
Hoy vuelvo a extrañar mi caballo; hoy vuelvo a rodar tierras en mi alma, hoy salgo a conquistar reinos, derrotar dragones y recoger al vuelo un beso...
Vuelvo a despertar niño; a despertar creyéndome caballero, de pobres armas, pues sólo me puedo enfrentar al mundo armado con palabras.
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