domingo, 18 de octubre de 2020

Una querida amiga, la semana pasada me sugirió que escribiera una carta, a propósito del cumpleaños de mi hermano (el 14 de octubre hubiese cumplido 40 años). No soy tan bueno con las cartas, así es que decidí volver a mi espacio de expresión y sale, bueno, lo que viene a continuación...

  "Recuerde el alma dormida, 
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte,
tan callando" (Jorge Manrique)
 Volviste a aparecer, de la mano de una lágrima, anudado en mi garganta, tu nombre colgando entre mis labios.
Fue pena, dolor, alegría, nostalgia, amor finalmente. Todo de tu mano.

 Te trajo la brisa primaveral, marina, salada. Una que no conocíamos entre las calles de tierra rural, porque Padre Hurtado era el campo en la ciudad. La brisa marina, cosa rara, me trajo recuerdos de montaña, de fuego, colihues, manzanos, río y caballos. Tus primeros pasos tras una lata de bebida; los mismos que unos pocos años después debiste volver a aprender a dar, de rojo y amarillo, colores de San Sebastián.

 Te viniste, otra vez, con tu carácter, con esa linda sonrisa que abraza y que sacabas a relucir, incluso cuando estabas cansado, cuando dolía y te empezabas a ir...

 Pero es octubre, es tiempo de árboles florecidos, como los jacarandás cercanos al trabajo del papá. Y más adelante será tiempo de damascos, de tierra mojada y juegos eternos en la calle.

 Nos faltó jugar más, vaya que nos faltó. Y nos sobraron días, meses y años de hospital; tú dentro, yo fuera. Y me faltó aprender. Aprender de ti, de esa templanza, de la madurez de niño, de la fuerza para dar la pelea y echarle pa' delante. Pero también aprender a aceptar, a soltar, a confiar y ya.

 ¿Sabes qué? Me faltó darte más las gracias; sostener más a los papás, me faltó decirte que te amo, que me sigues haciendo falta, que me encantaría que mis hijos aprendieran de ti, que fueran más como tú.

 Pero soy yo y mis modos. Soy yo y mis temores; yo y mi humor; yo y mi independencia; yo y mi pena de hijo único desde los 13. Yo trayéndote conmigo e intentando hacerte justicia, vivir la vida por los dos.
 
 En fin, esta semana me volviste a hacer falta, porque aunque eras el menor, había mucho que aprender de ti. Y aquí estoy, escribiendo para seguir soltando, letra a letra para no olvidar, queriendo seguirte sintiendo a mi lado, esperando la sonrisa cómplice y traviesa. Yo voy viviendo por los dos, porque tu vida merece ser vivida y compartida.


No hay comentarios:

Publicar un comentario